I think of you in colors that don't exist

lunes, 22 de marzo de 2010

Ahora.


Ahora estas aquí, después allí y más tarde allá. Nunca defines tu estado de ánimo, tus ganas de seguir adelante, pero sabes que estas existen. Que pueden ser más grandes o más pequeñitas, pero nunca están apagadas.

Vives. Prefieres definirlo en esta simple palabra, pero con un significado que a muchos les cuesta alcanzar. Vives sin más, tal vez con un objetivo o tal vez sin rumbo, pero no dejas de hacerlo.

Lloras. Lloras cuando más te apetece, aunque lo tengas que hacer a escondidas. Lo consideras una simple forma de desahogarse. Aunque vale decir que no hay nada como llorar al sonreír.

Corres. Corres para alcanzar tus mejores metas, corres simplemente para no llegar tarde y no perder algo que da sentido a tu vida en un preciso momento.

Suspiras. Suspiras ante la incógnita, ante un ‘no sé como actuar’, pero siempre o casi siempre encuentras una solución ante este suspiro por muy estúpida que sea. Y así cada vez más pequeño.

Cierras los ojos y vuelas, necesitas hacerlo, volar, perderte, dejar la mente en blanco.

lunes, 15 de marzo de 2010

Eras tu.


Resulta extraño a día de hoy recordarte, resulta extraño a día de hoy recordar quien eras, quien fuiste, y quien eres ahora.



Era él quien nunca tenía la cabeza donde debía, era él quien siempre llamaba con imprevisto, quien desaparecía sin apenas abrir la boca, quien dudaba siempre de sus sentimientos, era él quien callaba para no hacer daño y entonces de golpe lo estropeaba todo, era él quien conocía todos mis defectos, mis virtudes, mis días malos, mis alegrías y mis impotencias. Era él quien me enloquecía con un simple acorde, quien hacia salir sol a mis días más oscuros, era él quien a pesar de no estar siempre, estaba.

Era yo quien estaba ciega por verte, quien te tenía en boca cada segundo y en mente cada milésima de segundo, era yo quien me enloquecía al verte, quien derramaba lagrimas al ver que desaparecías, era yo quien perdió el mundo por ti, quien se retorcía en tus sabanas al despertar la luz de la tarde, era yo quien se enamoraba del chocolate en polvo a media tarde, era yo quien no supiste que existía hasta llegar una noche de verano.

Éramos nosotros los que no derrochábamos cariño pero nos teníamos el uno al otro, quien dejaba la mente en blanco en cada rincón de tu habitación, éramos nosotros quien nos perdíamos en las tardes de primavera, quien perdía la cabeza donde nadie existía.

Somos tu y yo quien ahora no tenemos ya nada que compartir.