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I una amarga certesa: creixes, experimentes, aprens, et penses que saps com funciona, et penses que has trobat la clau adequada per entendre-ho i afrontar-ho tot.

I llavors, quan menys t'ho esperes, quan l'equilibri sembla perfecte, quan et penses que has donat totes les respostes o si més no la majoria, se't planteja un altre test. I no saps què respondre. No estàs preparat.

Només entens que l'amor no et pertany, que és aquell moment màgic en què dues persones decideixen alhora viure, assaborir fins al fons, somiant, cantant en l'ànima, sentint-se lleugeres, úniques. Sense possibilitat de raonar gaire més. Així fins que totes dues vulguin. Fins que una de les dues voli. I no hi haurà manera, ni fets, ni paraules que podran fer tornar raó a l'altra.

Perquè en l'amor de raó no n'hi ha...

(pàg.87) - Perdona però vull casar-me amb tu. - Federico Moccia

Vive.

Me gusta el simple hecho de sentirme llena de energia, optimismo, pasión, objetividad, orgullo, chuleria, sabor, ‘felicidad’, sonrisas, euforia, placer, ganas de comerme el mundo, comerte a ti y enloquecer cada minuto que sigue, y… ¡¿a quién no?!

Ojala la vida se limitara en estos pequeños gestos mencionados en las tres linias anteriores. No sabes donde estarás mañana, ni dentro de una hora. Tal vez sigas delante de esta maldita pantalla que te crea vicio continuamente, tal vez estés saboreando algo nuevo, estés corriendo hacia algo que nunca alcanzaras o tal vez acabes de encontrar un momento que recoja todo aquello que andabas buscando.

De todas formas, no olvides que eres humano. No olvides que al ganar una batalla vas a sentirte lleno de orgullo, y al perderla lleno de pesimismo. No olvides que inconscientemente vas a ser egoista en muchos momentos de tu vida. No olvides que las sonrisas las sacaras en tus mejores y probablemente peores momentos. No olvides que las ganas de comerte el mundo no salen por si solas, y tampoco debes olvidar que la locura siempre tiene un tiempo limitado.

Pero.. ¿sabes? A la mierda la rutina, el saber estar, las normas, la tranquilidad, el aburrimiento, el agovio, el estrés, la tristeza, los llantos y todo lo que sea sinonimo a lo anterior.

Muy simple.. VIVE, que solo vas a hacerlo una vez.

Ahora.

Ahora estas aquí, después allí y más tarde allá. Nunca defines tu estado de ánimo, tus ganas de seguir adelante, pero sabes que estas existen. Que pueden ser más grandes o más pequeñitas, pero nunca están apagadas.

Vives. Prefieres definirlo en esta simple palabra, pero con un significado que a muchos les cuesta alcanzar. Vives sin más, tal vez con un objetivo o tal vez sin rumbo, pero no dejas de hacerlo.

Lloras. Lloras cuando más te apetece, aunque lo tengas que hacer a escondidas. Lo consideras una simple forma de desahogarse. Aunque vale decir que no hay nada como llorar al sonreír.

Corres. Corres para alcanzar tus mejores metas, corres simplemente para no llegar tarde y no perder algo que da sentido a tu vida en un preciso momento.

Suspiras. Suspiras ante la incógnita, ante un ‘no sé como actuar’, pero siempre o casi siempre encuentras una solución ante este suspiro por muy estúpida que sea. Y así cada vez más pequeño.

Cierras los ojos y vuelas, necesitas hacerlo, volar, perderte, dejar la mente en blanco.

Eras tu.

Resulta extraño a día de hoy recordarte, resulta extraño a día de hoy recordar quien eras, quien fuiste, y quien eres ahora.

Era él quien nunca tenía la cabeza donde debía, era él quien siempre llamaba con imprevisto, quien desaparecía sin apenas abrir la boca, quien dudaba siempre de sus sentimientos, era él quien callaba para no hacer daño y entonces de golpe lo estropeaba todo, era él quien conocía todos mis defectos, mis virtudes, mis días malos, mis alegrías y mis impotencias. Era él quien me enloquecía con un simple acorde, quien hacia salir sol a mis días más oscuros, era él quien a pesar de no estar siempre, estaba.

Era yo quien estaba ciega por verte, quien te tenía en boca cada segundo y en mente cada milésima de segundo, era yo quien me enloquecía al verte, quien derramaba lagrimas al ver que desaparecías, era yo quien perdió el mundo por ti, quien se retorcía en tus sabanas al despertar la luz de la tarde, era yo quien se enamoraba del chocolate en polvo a media tarde, era yo quien no supiste que existía hasta llegar una noche de verano.

Éramos nosotros los que no derrochábamos cariño pero nos teníamos el uno al otro, quien dejaba la mente en blanco en cada rincón de tu habitación, éramos nosotros quien nos perdíamos en las tardes de primavera, quien perdía la cabeza donde nadie existía.

Somos tu y yo quien ahora no tenemos ya nada que compartir.

Ven.

Vamos, ven, acércate.

Te contaré que todo lo que has vivido hasta ahora ha sido un sueño que no tiene desperdicio alguno pero que se apaga, se apaga y tardará en volver a estar candescente.

Ven, y te darás cuenta de que esas largas esperas no han merecido la pena. Veras poco a poco que él no debía buscarte para saber que estabas allí, y a la vez sabrás lo poco que es a tu lado.

Acércate a la realidad y dale oscuridad a este sueño al que hasta ahora estabas sumergida. No duermas para olvidar, no escuches para recordar, llora para luego sonreír.

Abre los ojos, ven, no te diré por donde debes caminar pero tu misma vas a darte cuenta de que esto debe terminar.

Siempre hay quien te dirá; (Vive y dile que deje vivir. Sueña y dile que sueñe contigo. Llora y dile que te sonría. Piérdete y dile que te busque. Conócelo y dile que quieres volverlo a conocer.) Seguro que no se equivocará si él lo hiciese de verdad.

(Núr)